jueves, 21 de marzo de 2019

Y sin embargo fluimos



ποταμοῖς τοῖς αὐτοῖς ἐμβαίνομεν τε καὶ οὐκ ἐμβαίνομεν, εἶμεν τε καὶ οὐκ εἶμεν τε.
En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]

 -Heráclito


El agua ha sido transporte desde tiempos inmemoriales, canoas, barcos de todo tipo nos han llevado a través de ríos y mares a lugares desconocidos pero familiares promesas de vida de alguna forma, comida, buen clima, etc.
El ser humano suda, saliva e intercambia fluidos en actos amorosos para la supervivencia.
“Polvo eres y en polvo te convertirás” el dicho reza, pero sabemos que el agua compone más de la mitad y casi tres cuartas partes de nuestro cuerpo, dado que la mayoría de la composición del cuerpo es líquida debiera ser “Agua somos y en agua nos convertimos”.
¿Cuánta agua consumimos durante nuestras vidas? El agua se mezcla, se filtra se sala, fluye formando ríos y mares, se evapora y en el cielo en forma de nubes esa agua comulga en el cielo lo que fuimos hemos sido y seremos, ¿existe otro ritual cotidiano más importante y anónimo?
Nuestra sensación del ser no es completa si no entendemos esta parte importante; somos uno y compartimos esta tierra pero es ella quien nos nutre y engendra.
Para Lao Tse el agua es el símbolo de lo inferior que domina a lo superior, y el símbolo de lo débil que vence a lo fuerte:
    “…Lo blando vence a lo duro,
    lo que carece de forma penetra lo impenetrable,
    hay valor en no actuar…”    Tao Te Ching.



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